martes, 26 de octubre de 2010

The Cure… Desintegration? ©


(Guión para Radio)


Cuando los sonidos se apoderan de la mente, surge de entre las oscuridades esa pauta que obliga a los sentidos a rendirse. El escuchar se vuelve más plácido mientras la acción se transforma en alimento puro para la sensibilidad. La visión se torna espontánea para los ojos cerrados y las efigies resplandecen por sí solas ante la penumbra. El percibir se convierte en un extraño placer y el disfrutar se vuelve una necesidad imperiosa para la imaginación.

De entre las sombras emerge “The Cure” con una propuesta enigmática por predilección y deleitable por consecuencia. La banda ofrece uno de los mejores homenajes a la entropía y establece uno de los mejores modelos evolutivos dentro de la vida sonora. Invaden al público con una propuesta luctuosa en esencia, pero brillante en creatividad. Musicalizan magistralmente lo largos que suelen ser los otoños en la espera de la primavera…

Desintegration lleva como título la obra por excelencia de la agrupación. The Cure despide a la década de los 80´s con un disco destinado a mantenerse en la historia musical, no como una pleitesía a lo sombrío; sino como un preludio de la reinvención… Lo cadencioso se vuelve compasivo a lo lago de los minutos y lo taciturno se transforma en albor de entre los segundos. La tristeza se percibe imperativa, pero sólo en los momentos en que la opacidad distrae a la complacencia. Las resonancias cautivan al instinto y la melancolía ronda, casi acosa, al embeleso. Eso es este reconocido y extraordinario álbum: Un vaivén de emociones pálidamente acogidas por sonidos estremecedores.

The Cure ofrece un concierto en la terraza de lo recóndito, sobre un bosque blanqueado por la luna y en donde las estrellas iluminan exaltadas las sinfonías ominosas. La agrupación deja sobre el espacio, y para el tiempo, un sugestivo enigma dedicado a la comprensión; así como un sigiloso rastro de lo que es agradable para la concepción.

El placer es seducido por la nostalgia como ese deseo de vivir apasionadamente hasta lo desolado. Cada nota es aire y cada acorde es bocanada. Cada sonido es sueño y cada letra es himno. Cada inspiración fue suspiro y cada conclusión agrado. Los sobresaltos se tiñen azules y púrpuras y las atmósferas sobrellevan el momento denso con una delicada paciencia. Las asombrosas líneas del bajo inspiran a las guitarras a seguir por el nebuloso camino de la armonía y los sintetizadores se sienten de plácemes al darle paso a la gloria. La voz es llanto cuando el momento así lo requiere, y el canto es impetuoso cuando la emoción lo exige.

Si la vida quisiera cantarle a la añoranza escogería, sin pensarlo demasiado, Pictures of You. Si pudiera existir una palabra para nombrar cuando el placer sucumbe ante el desconsuelo, entonces, la última canción del disco no carecería de un título. Si pudiera existir una obertura adecuada para la perfección; sin lugar a dudas sería la de Fascination Street. Si se descubriera una frase para describir lo radiante dentro de lo opaco, seguramente saldría de Love Song y si se quisiera arrullar a lo macabro sería tocando Lullaby.

Se eleva el desvanecido telón del teatro de la música, se atenúan las luces para darle paso a uno de los mejores actos dentro de la función inconclusa del Rock &Roll. Es momento de empatar a la memoria con la actualidad, de convertirnos en cómplices de lo sublime, de festejar la trascendencia y honorar a lo elevado. Es tiempo de vestirse de negro para la ocasión, de oscurecer los párpados para presenciar lo magnífico, de pintar de carmesí los labios para tararear desenfrenadamente. Comienza la batalla entre la euforia y el desahogo. Comienzan setenta y dos minutos y veintisiete segundos de Psicodelia Oscurantista. Esto es emoción instrumental, esto es “The Cure” “Desintegration”…

Alex VC

martes, 12 de octubre de 2010

Circo Sin Goles (Opinión para Diario Récord) ©


Desde hace varios domingos los circos se ven más concurridos que nunca; y aunque es un esparcimiento por demás cotidiano en nuestro país, es irremediable notar la gran afluencia que tienen las entradas. El Circo es uno de esos espectáculo en donde el pequeño recrea su imaginación y en donde el grande deshecha su amargura. El niño sabe que ahí, la escuela es el último de los pensamientos y el adulto entiende que puede olvidarse, aunque sea por unos minutos, de esas preocupaciones que regala la cotidianeidad. Es en donde se paga un boleto para ver un espectáculo y en donde el que se encuentra dentro de la pista hace valer esos meritoriospesos gastados con unadmirable desempeño y a cambio de sólo sonrisas y aplausos. El Circo es esa añeja fiesta que nuca deja de ser animosa y esperada por la gente, y que difícilmente las diversiones novedosas lo podrán extinguir.
Alguna vez el Fútbol fue un caso similar. El verlo o presenciarlo era uno de esos momentos en que la familia se podía reunir a disfrutar de la entrega y del entretenimiento. Era uno de esos extraños placeres en donde no se requería de gastar millonadas y no se necesitaba esperar años para volver a disfrutarlo. Era ese preciado momento en que podías divertirte sanamente y en donde sabías al llegar a tu casa que el dolor en la garganta y el abatimiento de la cartera habían valido la pena debido al gran momento de gozo. Inclusive algunas veces no importaba tanto el marcador, había ocasiones en que te quedabas con una sensación de regodeo al ver empatar a tu equipo. Recuerdo con nostalgia que era cotidiano ver ganar a tu equipo—en mi caso el extinto América—, y también me llega a la mente cómo entristecía verlos perder, pero cómo reconfortaba darse cuenta de que el honor había quedado intacto, aparte de saber a la perfección que siempre estaba el próximo partido para presenciar una venganza deportiva digna. Hace mucho tiempo—yo todavía lo recuerdo claramente—no necesitabas ir al circo para ver un espectáculo, sólo hacía falta prender la televisión o asistir al estadio.
Si el reunirse en una casa para disfrutar del partido por televisión era motivo de alegrías animosas y tristezas razonables, el ir al estadio era como elevar exponencialmente esas sensaciones, ya que no existía nada parecido a vivir esa pasión en vivo y a todo color. El sentir los acordes del estadio y vibrar con el coro de las porras era incomparable porque te sentías parte de un espectáculo que,cada semana y por más de noventa minutos, sobrepasaba las emociones y los problemas.
Hoy en día la gente prefiere ver al peor de los domadores llevar al cabo su temeroso acto que soportar un partido sin goles ni pasión. Hoy en día la gente prefiere aburrirse con el más fastidioso de los Maestros de Ceremonias que escuchar como Manuel Lapuente o Javier Aguirre insultan su inteligencia. Hoy en día se escucha más el eco de los gritos de desesperacióndentro de los estadios que el mismo bullicio y cánticos que alguna vez fueron habituales. Hoy los directivos se preocupan más por los promotores que por los aficionados y les interesa más las arcas que los resultados. Hoy estos directivos son más voraces y despreocupados que nunca. Hoy no se ven caballeros en la Federación, sólo oscuros pactos. Hoy en día hay “barras” pagadas dentro del Fútbol y hoy la afición castiga más que nunca a los estadios con su ausencia. Hoy los jugadores excretan la misma cantidad de sudor que antes, y sólo porque la reacción fisiológica es la misma que la de antaño, pero ya no portan los uniformes, o los desgarran como los hacían sus antecesores. Hoy en día los Clubes grandes tienen equipos chicos y los equipos modestos no tienen que esforzarse demasiado por alcanzar la gloria; ya que en la cima la exigencia es paupérrima. Hoy en día cualquiera puede ser campeón y cualquiera puede descender. Hoy la mediocridad es el cáncer del Fútbol y la ambición es la pandemia del deporte. Hoy los estadios están vacíos y la gente se ve inconforme hasta cuando gana su equipo. Hoy el “ganar” es cómo sea y no el objetivo primordial. Hoy la manera de jugar es ordinaria y lo sorprendente es exclusivo para los manejos absurdos.
La afición queremos más goles, más entrega, más partidos entretenidos y muchos más títulos Nacionales e Internacionales. La afición queremos menos promotores, menos extranjeros dentro de las plantillas y menos desilusiones. La afición simplemente exigimos lo que es justo: Un mejor Fútbol.
Alex VC