miércoles, 30 de noviembre de 2011

George Harrison (La Guitarra Dejó De Llorar) ©











La batería retumba sutilmente y sin necesidad de los altos decibeles para dar inicio a una de las tonadas más reconocidas por la melomanía. Casi de inmediato, y atendiendo afinadamente a la indicación, aparece el sonido inolvidable de una guitarra que resuena a través del tiempo como abriéndose paso en la historia; esa misma guitarra que desde hace exactamente una década suena a añoranza. Unas pulcras líneas de bajo, amenas y contagiadas de ímpetu, crean la reverberación perfecta para que el cuerpo descifre con los oídos y la piel el mensaje melódico. El sintetizador convierte al ambiente en un sitio idóneo para que la lírica se luzca a sus anchas, y por minutos, la mente se entrega por completo a cada uno de los acordes y frases, que en su conjunto, reciben el título de: Something. Ese inigualable vínculo entre las mentes y los sonidos dieron un resultado más allá de la armonía: lograron hacer que la maravillosa inspiración de un hombre se convirtiera en una de las mejores canciones, no sólo de la discografía de Los Beatles, sino de la música contemporánea.
La historia del Rock & Roll es difícil de entenderse sin la presencia de los Beatles y la agrupación inglesa es imposible de comprenderse sin la participación de George Harrison. Aunque el sello “Lennon-McCartney” prevaleció por sobre todas las cosas a lo largo de la historia grupo, las aportaciones de su miembro más joven fueron decisivas para lograr la consolidación de la banda. Canciones como: Taxman, While My Guitar Gently Weeps y Here comes The Sun son sólo ciertos ejemplos del talento y sensibilidad de Harrison y algunas de las tantas innegables contribuciones al éxito global del Cuarteto de Liverpool.
Ya como solista, y con el nombre de George Harrison por encima de cualquier título, logró éxitos como: My Sweet Lord, All Things Must Pass, Give me love (Give me peace on Earth), Got my mind set on you, así como varios temas originales que convirtieron al músico en un ícono con nombre y apellidos propios dentro del Árbol Genealógico del Rock. Su potencial jamás se puso en duda, pero en la autonomía fue cuando mejor se dio de manifiesto. Dicen que el autor es recordado por su obra y el hombre por sus acciones, en ambos casos, Harrison será inolvidable. El “Ex Beatle” siempre fue uno de sus tantos adjetivos y la creatividad y el perfil bajo fueron sus mejores armas para el desarrollo de su música, pero su talento innato fue indiscutiblemente su mayor virtud artística.
Hoy se cumplen diez años de que la guitarra lloró por última vez en sus manos. La vida dejó de ser un inmerecido impedimento para que el brillante compositor se convirtiera en una leyenda y la inmortalidad se convirtió en un vehículo meritorio para el último de sus viajes.
Se fue para siempre el amigo, el músico, el místico, el idealista, la figura pública y el luchador social, pero se queda para siempre George Harrison y su tremenda obra. Hoy, el último “solo” se escucha desvaneciéndose alrededor del mundo, mientras éste sigue su eterno curso tarareando y cantando entre labios: “I don´t know, I don´t know!…”

Alex VC

martes, 1 de noviembre de 2011

Si Hemos De Morirnos, Que Sea De La Risa… ©







Hoy conmemoramos a los que se nos adelantaron con el cariño acostumbrado y con los inigualables festejos que caracterizan a los mexicanos. Las risas se asoman hasta en los panteones porque es mejor recordar a los que se encuentran en el patio de los callados con una sonrisa. Por todos los rincones se escuchan versos mortuorios, canciones lúgubres y corridos sombríos, pero todos con su buena dosis de humor y a ritmo de tambora, banda y mariachi. Por doquier están las comilonas retacadas de sabores, así como los festejos plenos de máscaras y flores de cempasúchil. En nuestra mente se encuentran los que se fueron a visitar a San Pedro y cuando se pudiera pensar que la tristeza debería reinar en las comarcas, el recordar a los que ya no están con alegría es lo primordial en todos los rincones.
Hoy que es Día de los Fieles Difuntos, hacemos una pausa en nuestra vivaracha rutina para homenajear a los que ya entregaron el equipo y nos regalaron recuerdos dignos de compartir y vivencias meritorias de evocar. En mi calaverita, este año no hay versos, pero cuando las palabras salen del alma, la métrica viene siendo lo de menos. No es de ninguna manera solemne porque hasta a los que ya pegaron el estirón tienen derecho a las risas. Tampoco creo que sea irrespetuosa, ya que hay la suficiente confianza con los que se piraron, y porque el hecho de que te secuestre La Dientona no significa que te maten el buen humor. Los que me conocieron antes de felpar saben que mis palabras, aunque estén pintadas de sarcasmo o ensalzadas con picardía, siempre estarán repletas de cariño; y los que no me conocieron, me sabrán entender cuando nos encontremos en el otro barrio.
Es Día de Todos los Santos en México y los que todavía no pelamos gallo aprovechamos la fecha para reírnos un rato de la muerte, y por supuesto, de las deudas y el estrés. La fecha es propicia para mandar al diablo a los problemas mientras probamos un rico ponche, saboreamos unos suculentos tamales o disfrutamos del tequila a discreción. Es momento de vivir con ímpetu las tradiciones que nos hacen ser un pueblo mágico para demostrarle a la mismísima Catrina que, aunque se haya llevado a los nuestros, ellos siguen en el corazón de los vivos. Hoy comienza el penúltimo mes del año con danzas que ayudan a comunicarle nuestro respeto a los que exhalaron el último suspiro, con rituales que nos ayudan a enviarle nuestro cariño a los que duermen el último sueño y con cánticos que llenan de alegría a los que ven el zacate desde abajo.
En los nichos se presumen las pintorescas ofrendas con aquellos platillos que tanto gozaban los que se fueron a tocar el arpa, así como los postres y bebidas que tanto disfrutaron nuestros seres queridos antes de ponerse la pijama de madera. Hay calaveras colgadas de los postes y diablitos tronadores en todas las plazas como para recordarle, en cada esquina, a Doña Macabra que nos sabremos divertir antes de que nos expida la carta de retiro permanente y en cada calle brotan los adornados de tonos avivados como para que los ojos recuerden siempre los naranjas y rosas mexicanos antes de cerrarse para siempre.
Es día de venerar, de festejar y de reflexionar: es momento de atesorar a los que queremos tanto y entender que vida sólo hay una, y aunque no es del todo nuestra, nuestra es la obligación de hacerla inolvidable. Antes de chupar faros, hay que vivir para contarla, antes de estirar la pata hay que saber darle vuelo a la hilacha, antes de colgar los tenis hay que recorrer un grato camino y antes de que nos chupe la bruja es imprescindible dar de que hablar en este mundo. Honoremos a nuestros difuntos siendo buenas personas, hagámosles un vivo homenaje recordándolos más allá de este día y hagámoslos felices disfrutando de la vida hasta el momento en que nos quiten los fusibles. Algún día saldremos con los pies por delante, pero antes de ese hecho irremediable, procuremos hacer de nuestra vida un ameno papalote lleno de color y buenos momentos. Festejemos cada día de nuestras vidas y hagamos que La Parca se muera de la envidia.
Por más que corramos nos ha de alcanzar la insensata calaca, pero si hemos de morirnos pronto, procuremos que sea de la risa…

Alex VC