jueves, 7 de marzo de 2013

Columna Censurada ©



Ésta columna me la censuraron hoy…

Los magistrados de la Suprema Corte de Justicia, ahora guardianes de la moral, toman una resolución en contra de las palabras discriminatorias. Y está a toda madre, era necesario; pero salvaguardar la moral también significa salvaguardar la dignidad humana: cosa en la que no han puesto la debida atención. Será delito el llamar “puto” a un homosexual, y qué bueno; pero todavía no es delito meter a la cárcel a un inocente.
Los homofóbicos tendrán que tener cuidado con lo que dicen. Les será más difícil aún el demostrar con insultos y palabrerías que los anormales no son ellos y la respetable comunidad homosexual tendrá que seguir lidiando con los intolerantes: a los que yo llamo, con o sin permiso de La Suprema Corte de Justicia, idiotas (aquí no es insulto, es una descripción agraciada).
Cada quien sabe con quién convive, con quién se junta o con quién se acuesta y el que piense lo contrario se equivocó de siglo. En éste que comienza, “Puto” no es el problema, el problema son los imbéciles. El llamar “puto” a un homosexual es insultar a la persona, a la dignidad y al proceso evolutivo y el llamar tonto a un imbécil es malbaratar el lenguaje.
Para mí un homosexuales es un ser humano con preferencias distintas a las mías y desde niño sé que “puto” es  el que raja con la maestra, el que traiciona tu confianza, el que te roba o el que le corre a los “chingadazos”…  Francisco de Quevedo, una de las plumas más importantes de la literatura española, en su poema ˈEl desengaño de las mujeresˈ  dice: “Puto es el gusto, y puta la alegría que el rato putaril nos encarece…”
Las palabras son discriminatorias solamente cuando se utilizan con ese fin. Las palabras son para usarse, sí, el problema es cuando las usan los idiotas: esos que llaman “puta” a una mujer que vive la vida como le place y como lo merece, los que utilizan la palabra “indio” como un insulto absurdo o los que llaman “mugroso” al que no tiene que comer. Todos esos… son un puto caso para La Suprema Corte.

Alex Villasana C.

1 comentario:

  1. Un verdadero caso, hermano. Como siempre excelente. Agustín C.

    ResponderEliminar