jueves, 30 de diciembre de 2010

La Última Y Nos Vamos (Feliz 2011) ©

He de confesar que ante los constantes resfriados que me han aquejado esta época decembrina—aunque parezca increíble me encuentro en el tercero—, y entre tanta celebración y cuanta parranda decembrina me vi involucrado —voy como en la decimoséptima aunque parezca infrahumano— ha sido casi imposible para este agripado bohemio el escribir el pliego petitorio para Santa Claus o la lista de promesas alcanzables e inalcanzables para el año que se avecina.
Entre tanta festividad y tanto brindis, a veces sin razón, no se me han facilitado los instantes de inspiración, o más bien, el cuerpo no se ha topado con el relajamiento adecuado para poder acercarse a esa calma que tanto exige el escribir, y no es que no logre encontrar un momento de quietud, porque han habido varios, pero entre malestares respiratorios y resacas, los lapsos de calma se convierten en lechos de muerte. Ahora en el fugaz relajamiento, y parado frente a la salida de emergencia del edificio de los excesos, hago una pausa en mi fastidio para relajar el cuerpo con panqué y café caliente —en vez de antibióticos y “micheladas”— y trato de seguir, aunque sea por un rato, con mi afición y obligación de teclear. Es importante ser constante en la vida, pero cuando te tiemblan las piernas por la desvelada, o te escurre la nariz por la gripa, es difícil hasta divertirse, por lo que me rompo la cabeza para tratar de despedir el año con algo de responsabilidad en medio de vagancia y preocupación por las tareas mandadas al olvido. Estamos a un día, y escasas horas, del primero de enero y todavía ni siquiera le doy forma a los textos que tengo que entregar en los primeros días el 2011, y como se estarán dando cuenta, sigo dejando de lado esos encargos, algunos ya hasta pagados. Me encuentro en la última estación del año y algunos clientes morosos cierran sus puertas a los pagos hasta nuevo aviso, por lo que habrá que ver cómo le hace uno para reacomodarse por que en estas fechas se gasta hasta lo que no se tiene, y se presentan algunas otras situaciones que a veces empañan los cristales del entretenimiento, pero con jaqueca, café y medio encima y con un poco de cínica resignación llegué a una nada sana conclusión: La vida es tan corta como para preocuparse de más en épocas de diversión, y es que si encontré tantos, y tantos, momentos para parrandear y arrastrar el apellido por la Ciudad de México y el estado de Morelos, creo poder encontrar, aunque sea en lo más recóndito, algún momento para ser responsable.
Todavía no es tiempo para hacer un recuento de lo que pasó en un año, pero ante mi casi ininterrumpida afición de despedazar los propósitos de año nuevo, esta vez, en medio de excesos, infortunios y buenaventuras, logré dejar el delicioso y arraigado vicio de fumar, y he procurado ser constante y no renunciar al ejercicio; sin importar que los malos hábitos y la pereza hicieron hasta lo imposible por alejarme. Hubo algunos sustos con la salud de algunos seres queridos pero afortunadamente todos ellos se encuentran despidiendo el año muy bien. A modo de resumen creo que fue un buen año, otra cosa mejor no podría recibir de Reyes, y tal vez más adelante haremos “El Recuento De Los Daños 2”.
Sólo me queda desear lo mejor para las personas que quiero, y esperar que reciban grandes regalos como: salud, bienestar y felicidad, lo demás, lo consiguen en la tienda. Ojalá los consanguíneos y los amigos se encuentren rodeados de buenos momentos y que el 2011 sea para disfrutarse y recordar.
Ya está apretando el frío y el estar en la intemperie comienza a transformarse en una necedad, así es que parto canturreando hacia el hogar porque a lo mejor tengo todavía algunas horas de descanso antes de que surja un nuevo pretexto para despedir con anterioridad el 2010. Mañana será otro día y pasado mañana será otro año. Este ratito frente al teclado ha sido de lo más confortante, ya que por algunos minutos se me olvidaron las aspirinas y los alimentos condimentados. Ya bajó la temperatura de la mano de mis defensas y hay que presenciar cómo se organizará la Cena de Año Nuevo. Disfruten las fiestas y deléitense con la compañía. Despidan el año con trompetas, copas y buenos deseos. Ya nos encontraremos en algún momento del año venidero, mientras tanto, reciban un abrazo los amigos y un beso tronado las féminas. Digamos: ¡Salud! Que es la última y nos vamos…

Alex VC

viernes, 3 de diciembre de 2010

El Lobo Constipado ©





Comienza el último mes del calendario y llega acompañado de los frentes fríos que ya son una más de las costumbres de fin de año. Después de celebrar con bombo y platillo el Bicentenario de la Revolución Mexicana y festejar a nuestros queridos difuntos y carteros, llega la perversa gripa a fastidiar a cuanto individuo distraído, y con defensas bajas, se encuentra en su camino. Aquí su enfriado relator no se pudo salvar de las intransigentes garras del resfriado, y como era de suponerse, la enfermedad me está llevando al encierro por unos días hasta que el virus regrese por donde vino para damnificar a otra víctima.

Heme aquí, en contra de mi voluntad, pero siguiendo tembloroso las indicaciones del Galeno. Estoy en el claustro, cosa que creo desespera a cualquiera pero en mi caso es como el peor de los castigos, con mis compañeros los jarabes, las pastillas y las voces que discuten con el dolor dentro de mi cabeza. Agazapado en lo más oscuro de mi jaula sospecho que soy presa fácil de la locura por aburrimiento, y es que este lobo no está hecho para vivir en cautiverio, y menos para el moquillo.

Desde siempre he tenido una pésima relación con las paredes, por lo que el no poder salir ni a la esquina me perturbarme de sobre manera, y es que aunque existen varias cosas que uno puede hacer en la reclusión, el entretenimiento y el recreo casi siempre se encuentran en el exterior; inclusive las actividades que requieren de la soledad. A veces me gusta estar solo para leer o escribir, pero siempre en la superficie y rodeado de gente, ya que afortunadamente soy un ser sociable que gusta de los espacios abiertos. No por el hecho de querer estar con uno mismo para pensar o realizar una actividad, significa que tengamos que hacerlo en una mazmorra, por eso es que este encierro con ganglios inflamados es tan insoportable para mí.
Aunque sé que el estar forzosamente en casa sería perfecto para arreglar las cosas que lo requieren o para organizar todo aquello que necesita un orden, las punzadas en la cabeza y el ardor de garganta convierten dichas actividades en pésimas opciones. Ante el malestar no queda más que confortarse con lo que sea y los medicamentos se convierten en la última luz de esperanza de retornar al camino del bienestar. Las actividades del día se convierten en la misma pesada rutina: echarse aullando de molestia en la cama hasta que la espalda exija una nueva postura para después sentarse en el sillón hasta que el frío corporal nos suplica regresar a las sábanas. El aburrimiento, el malestar y el aislamiento me están desquiciando, pero parece ser que el escribir calma la rabia de la bestia interior.

¡Y es que como no se va a volver uno loco si la televisión en México es como sentarte a ver el horno de microondas! Y aunque no soy muy apegado a “la pantalla chica” y sé perfectamente que hay miles de actividades que podemos realizar antes de ver el televisor, en el malestar de las enfermedades llegas hasta a requerirlo. Cuando estás en el lecho del dolor lo único que quieres es olvidarte de todo con entretenimiento simple, porque no hay quien pueda leer con los ojos llorosos o escuchar música con dolencia en las sienes y trabajar en casa cuando se está convaleciente es por demás absurdo.

La programación matutina es una verdadera desgracia para las personas que tienen acceso al televisor en ese horario. Únicamente encuentras programas paupérrimos en contenido que de entretenimiento tienen sólo el mote y de variedad tienen sólo los comerciales, las películas de Cablevisión son las mismas desde que me cambiaron el control remoto café de teclas realzadas y cordón de cinco metros, y realmente ver las repeticiones de “Papá Soltero” sólo empeoraría mi agonía. No es que uno venga a ponerse exigente porque de vez en cuando aprecio con risas descontroladas los dibujos animados de antaño y con atención los verdaderos programas de entretenimiento —que hoy en día y en ese horario son escasos—, pero eso de tener sólo dos televisoras en un país de más de cien millones de habitantes, hoy se me hace el peor de los remedios.


A partir de la demencia por aburrimiento uno cae por lo general en la ociosidad, y si esta es la madre de todos los vicios, también es madrastra de las estupideces. Al estar enfermo y sin hacer nada comienzas a pensar en sandez y media a lo largo del día, inclusive llegas a creer que son pensamientos inteligentes y profundos los que pasan por tu mente entre las constantes sonadas y los sorbos de bálsamo. Al ver los productos maravillosos de la televisión se te ocurren mil y un métodos para mejorar sus fórmulas y al ver las noticias del medio día se te ocurren incontables propuestas e insultos para los servidores públicos. Cuando uno se cansa de la televisión te entra la necesidad de hablar con alguien, porque llega un momento en que hasta las sombras te contestan improperios, es cuando decides fastidiar a las personas que, a diferencia de ti, tienen cosas que hacer y un trabajo que cumplir. Llamas a quien se te ocurre en el momento, pero sucede lo inevitable, te cuelgan el auricular con pretextos absurdos como tener que regresar a trabajar, o eres tú el que termina la llamada porque no puedes más con el tedio de soportar lamentos que no son los tuyos.

Al permanecer como una fiera enjaulada y ante el total aburrimiento no te queda más que hacer intentos por dormir un poco. Después de varios altercados con la tos, el cuerpo sucumbe ante el cansancio y la siesta de la una de la tarde hace más tolerable el pesado día. Comienzas a dormitar influenciado por las alucinaciones de la temperatura y los medicamentos y descansas, por fin, el maltratado cuerpo después de horas y horas de cruel suplicio.
Después de humedecer la almohada por casi una hora, y de haber recibido en mis sueños la visita de los fantasmas de las navidades, la alarma de la pastilla me despierta estrepitosamente. Posteriormente al sobresalto doy un sorbo al agua de limón, que sirve maravillosamente, en el momento, para la resequedad de la garganta y al refrescar la voz empiezo a dilucidar el raro “viaje” de penicilina que tuve momentos atrás. En la alucinación me visitaba, en primer lugar, el espíritu de las navidades pasadas y me recordaba lo hermosas que habían sido mis épocas decembrinas cuando era niño, después me visitaba el espíritu de la navidad presente para recodarme que aunque las cosas en el momentos se vieran lúgubres siempre llega la luz de la esperanza a nuestras vidas, y por último, me visitó el espíritu de las navidades futuras para intentar hablarme del porvenir, pero ante mis constantes interrupciones para lloriquearle cómo había sido mi día y la manera en que me sentía desde el día anterior, éste huyó deprimido para no volver jamás. Cuando entendí que iba a ser muy difícil en mi estado interpretar un sueño que seguramente no tenía significado alguno más que el resultado de un día de antibióticos, fiebre y sobredosis de azúcar me llegaron a la mente algunos esclarecimientos:

En estas fechas, a la gente le empieza a brotar ese sentimiento de paz que tanto se extraña en los meses anteriores, así como esa necesidad por las compras compulsivas que tanto sanan al alma. En el aire se respira alegría y la gente trata de poner una nueva cara con respecto a la del resto del año. Los niños afortunados corren con más alegría porque saben que se acerca el momento en que Santa Claus premiará su buen comportamiento durante el año o su hipocresía durante diciembre, y los que no son tan niños, esperan con ansias el banderazo inicial del “Guadalupe-Reyes” para festejar con ánimo sus éxitos u olvidar con frenesí sus problemas. Los intercambios, en potencia, están por doquier y es rara la familia despistada que no ha emperifollado su arbolito. Hasta los que no solemos colocar adornos navideños disfrutamos de los colores decembrinos y del sabor de las Nochebuenas; bien heladas.

Esta época es interesante porque la gente suele decir o expresar a los cuatro vientos palabras y sentimientos que por lo general tratan de reprimir y suelen hacer cosas que ni en un millón de años de sobriedad se atreverían a realizar. La gente empieza a inventar cualquier pretexto para convivir con los amigos, así como sacar de las mangas “Los Brindis” para poder tomar de más con los compañeros de trabajo. Esta época es especial debido a que los centros comerciales se ven más avivados que de costumbre, y no sólo por los millares de luces que colocan, sino por los millares de personas que ingresan a los establecimientos para gastarse el aguinaldo y las primeras dos quincenas del 2011 en pocas horas.

Es el inicio de una época de buenas voluntades; así es que empiezo a pensar positivamente acerca de mi enfermedad y creo haber llegado a una conclusión: “Qué bueno que me dio la gripa ahorita y no cuando empiezan los festejos”. Comienzo con la época decembrina con un resfriado que me cayó de sorpresa y con un tanto de saña, pero hasta en este tipo de infortunios sale la inspiración para olvidarse de las adversidades. Ya se irá la gripa y con ella mi fastidio. Hay que terminar el año vivos y coleando, para empezar el que viene despiertos y brincoteando. Voy a despedir con estornudos este año, pero voy a recibir al que viene con bocanadas de aire nuevo.

Desaparece poco a poco el aburrimiento pero ya por la tarde vuelve el cansancio y el malestar, así es que sucumbo, con todo y las medicinas ante otra siesta, pues con 39º de temperatura hasta el animal más bravo se amansa. Cuando desperté horas más tarde, y después de otras visiones, en las páginas antes inconclusas apareció:

“El lobo pronto dejará de hibernar para volver a la estepa. Sabe que no hay mal que dure cien años, ni bestia que los aguante, así que en poco tiempo se le verá libre para acechar al regocijo y reunirse con la manada. El resfriado es salvaje, pero más lo son las fieras, por lo que ya no preocupa tanto el remedio, sino lo que habrá por hacer cuando se abra la reja. Extraña a la “Caperucita Lagunera”, pero sabe que habrá más praderas para encontrarla. Sueña con el aire refrescando su rostro y con el sol calentando su lomo.
El lobo aúlla con la luna llena un villancico constipado, esperando pacientemente el día en que le quiten la correa…”

Alex VC

martes, 16 de noviembre de 2010

Serenata Canina ©


Los tiempos de tranquilidad del vecindario se han visto afectados desde hace algún tiempo por una situación que tiene que ver con una de las viviendas y sus peculiares miembros; y no es que uno ande aquí de chismoso, pero el desencanto ya se apoderó hasta de lo razonable. Los vecinos vivimos una penuria, que por más que sea espinosa, tendría que tener solución, ya que la armonía está siendo cada vez más fracturada con forme transcurre el inflexible tiempo. La contrariedad es tal, que hasta los más calmosos comienzan a exaltarse, y es que si los ánimos se siguen caldeando de la manera en que está sucediendo, podría llegar—sin exageración— hasta la desgracia.

La cuadra se ha caracterizado siempre por ser tranquila y una más de las tantas y tantas que conforman al turbulento Distrito Federal. En este casi siempre apacible lugar existen las desavenencias comunes, así como los problemas cotidianos, pero rara es la vez en donde se tiene que intervenir en montón. Desde que me acuerdo los personajes son los mismos, algunos nuevos, otros más viejos, pero los rostros nunca dejan de ser familiares a lo largo de las aceras. Lo que pudiera hacer peculiar al barrio, si lo comparamos con los demás, serían los personajes que lo conforman —me incluyo—, todos ellos buenos, pero todos ellos extravagantes—otra vez me incluyo—, todos con mentes y características distintas, y todos proveedores de entretenimiento y morbo.

Ahora que se ha dado este suceso irreversible, la mayoría de los vecinos intentamos, de la manera más cordial, hacerlo remediable. Sin el más mínimo afán de soltar injurias al aire tratamos de hace ver a los responsables como los únicos remediadores de la situación, nada más; y aunque los antecedentes de los causantes de la discrepancia serían vistos por cualquier jurado del mundo como pruebas irrefutables de su culpabilidad, la razón y la decencia me dicen que no puede ser mi papel el de juzgar, sino el de dejar el asunto a la consideración de los que leen:

Doña Mitotes, como es conocida la dueña de la casa en cuestión, es para muchos la causante de lo que interrumpe con la calma de la entidad. La aludida, quien de ninguna manera es una pésima persona, se ganó este mote a pulso por ser una señora que invariablemente introduce su nariz en cualquier acontecimiento que se suscite dentro del cuadrante vecinal y por que suele hacer de los problemas comunes unas hecatombes desafortunadas, debido a que tiene la bendita costumbre de siempre meter su amable, pero desventurada cuchara en las broncas comunitarias con casi siempre inoportunos desenlaces. La inaudita para muchos, Doña Mitotes, es una curiosa señora que vive en el vecindario desde que tengo memoria. Es una de esas mujeres, digamos robustas, que gustan de la ropa entallada, quizás por alguna añeja moda de su juventud o porque a lo mejor todavía no se inventan las tallas que superan las extra grandes. El peinado tipo “chongo” es lo más recurrente dentro de su arreglo personal y los mallones se acercan a ser su prenda predilecta. La exótica vecina debe de ser una apasionada de los animales, por que tiene numerosos gatos, de todas razas y colores posibles e imaginarios, así como varios perros miniatura de la raza de los “embutidos”. Los felinos seguramente deben de ser un lío en cuanto a cuidados o higiene del hogar, cosa que afortunadamente no es comprobable, ni molesto para la comunidad, a diferencia de los caninos que se han convertido en un tema a discutir, y es que los humanos y hasta los demás mamíferos de la zona, juzgan conveniente que se repare la cuestión.

Con la media luz de la madrugada es cuando los adorados animalillos comienzan a calentar las gargantas mediante desafinados aullidos y escalas musicales que rayan en lo estridente, y cuando apenas y comienzan a aparecer los rayos del sol, los ocurrentes empiezan con su escándalo de ladridos interminables. Imagínense cómo puede caer esta nociva serenata rabiosa a las siete de la mañana, o en ese preciso momento en que abres el ojo poco antes de la hora de despertar y sabes que la rondalla cuadrúpeda te impedirá disfrutar de ese delicioso sueño previo al retumbo del despertador. El martirio matutino es constante y casi ininterrumpible; ya que no hay poder humano que les calle el hocico en sus períodos de insolencia. Solamente el aburrimiento de seguirse los unos a los otros con sus absurdos lamentos es lo que los detiene, y aunque llega el momento en que se apaciguan, se dice que en varios instantes del día continúan con el alboroto. Oséase que los seres pensantes de la manzana debemos de esperar a que los irracionales dormiten para alcanzar el descanso.

La situación hoy en día es preocupante por que ante varios intentos de persuadir a la dueña de los enjuiciados para que haga algo al respecto, los resultados desafortunadamente siguen siendo los mismos: indiferencia total por pate de la gruesa dama y cruel desconocimiento. Ante esta reacción es difícil mantenerse sereno y es que el despabilarse a diario con esa infame alarma está por colmar la paciencia de la comunidad, es como si amanecieras en una jaula de la perrera sin poder dar remedio a lo que sucede, y es que las insensatas bestias no tienen consideración ni siquiera los domingos, y la corpulenta dueña de las mismas tiene la puntada de contar con casi una docena de especímenes. Ante eso no hay quien no pierda los estribos, y es que no hay derecho de amargarle el día a uno desde tan temprano y con semejante agravio. ¿Me pregunto qué le parecería a la enorme mujer que me presentara cada mañana en su puerta para despertarla con berridos?

El movimiento de la mañana parece exacerbar a los cachorros de sobremanera, ya que solamente se necesitan un par de automóviles circulando por la calle para que comiencen con el bullicio. Los cláxones seguramente molestan a sus sensibles oídos por que en cuanto suena la primer bocina la manada enloquece al instante, las señoras que caminan con sus pequeños rumbo a la escuela ha de ser como el peor de los insultos para ellos, y los caballeros trajeados que se dirigen al trabajo seguramente son como una incitación a su histeria colectiva, ¡ah! Y que no se aparezca alguien paseando a su mascota por que la envidia los empieza a corroer y pierden definitivamente la razón, ya que los infelices no conocen el mundo más allá de la reja.

Cuando en un principio pensábamos que estos eran los detonantes principales de su demencia, en los fines de semana y días festivos nos damos cuenta, con inmensa tristeza, que hasta el silencio del asueto los perturba. Aunque no puedo asegurar que lo hacen por fastidiar, no me queda la menor duda de que su desmán no es más que una suplica o reclamo por algo que los enfada.

Entiendo que la gente amante de los animales pensarán que la exageración aparece junto con las quejas, pero lo insoportable de la sinfonía perruna no tiene nada que ver con la protección o el cariño hacia la fauna, y es que si el gallo llega a ser odioso en la desmañanada, imagínense entonces lo que es un coro de perros escandalosos. El Concierto de los “ciento un perros salchicha” es ya del diario, y creo que si no se resuelve el problema, alguien podría tomar medidas más allá de lo políticamente correcto.

Los estudios y las experiencias con las mascotas a lo largo de la historia nos han enseñado que mientras más pequeña es la raza, más molestos pueden ser sus ladridos. Los perros falderos suelen ser curiosos y encantadores, pero también llegan a ser latosos por su constante nerviosismo y su eterno afán de ladrar a causa del aleteo de la mosca. Una prima tenía una French Poodle, que cuando la veías a la distancia te llenaba de enternecimiento debido a su aspecto de estopa de taller mecánico y por su mirada de buey viendo venir un tren, pero mientras más te le aproximabas, esta empezaba a ser poseída por un Demonio de Tasmania chillón y con dientes de alfiler. Era una pereza tener que soportar sus constantes ladridos, ya que la única persona a quien soportaba era mi prima y los demás cuerpos —por que hasta parecía odiar a las paredes— éramos sólo enemigos acérrimos y constantes víctimas de sus incontables gruñidos y mordidas.

Cuando nos encontrábamos en el camino, su reacción inmediata era mordisquear mis zapatos y dobladillos de los pantalones como si existiera una razón para su majadería. Yo, a manera de defensa personal, simplemente me limitaba a acomodarle un puntapié procurando en todo momento no lastimarla o ser visto por sus propietarios, ya que nadie vería normal que un individuo de casi 1.90 metros de estatura descuente, aunque sea con la mínima fuerza, a un faldero que apenas y rebasa los 20 centímetros. Sé que puedo ser señalado severamente por los protectores de animales, pero en mi defensa puedo decirles que la perra—no es insulto, es el femenino de perro—jamás se prestaba para el diálogo, por lo que mi actitud sólo era en respuesta a sus constantes ataques.

Aunque pudiera parecerlo, nunca en mi vida he odiado a la raza canina, por el contrario, me parecen simpáticos y encuentro muy entretenido el verlos correr y jugar, admiro su inteligencia, he Inclusive, me conmueve de sobremanera la lealtad incondicional que le tienen a su amo. Los perros rescatistas, así como los lazarillos los considero hasta como un ejemplo para la raza humana y creo fielmente que se han ganado con creces el título del mejor amigo del hombre, por lo que no es odio lo que les tengo a la jauría concertista, sino más bien algo de pena por la dueña que les enjaretó el destino. La inconsciencia no es de diez perros que gritan desesperados por atención, sino de la mofletuda casera que los mantiene recluidos en un garaje de 10 m2, y el cual, deben de compartir con un auto compacto.

A lo largo de mi vida he disfrutado de varios perros mascota. He tenido de varias razas y tamaños, algunos finos y otros no tanto, y mantengo gratos recuerdos de casi todos ellos. Hasta pucheros suelo hacer cuando recuerdo al que fuera el más reciente y la manera en que dejó al mundo. Este amado perro fue el último en mi lista y así se mantendrá para siempre, porque cómo sufre uno cuando se mueren, y más con los que se quisieron tanto. A partir de su trágico deceso decidí no volver a tener otra mascota, pero solo por evitar sufrimientos no por que dejarán de agradarme.

Era un perrazo mi perro. No era fino, pero perrazo. Inteligente y mañoso como ninguno otro y querido por el que se le ponía enfrente. Inmenso y tragón como el solo, con un carácter recio cuando tenía que tenerlo, pero dócil y afectuoso la mayor parte de su vida. Me duró casi once años, desde la adolescencia hasta mi etapa adulta, recuerdo cuando los dos cumplimos dieciocho el mismo año—él tres de perro— y cómo el veterinario nos dijo, siendo apenas este un cachorro, que lo íbamos a tener que sacrificar por que no tenía movilidad en las patas traseras como consecuencia del raquitismo. Once años después de aquel fatídico diagnóstico, el mastodonte llegaba corriendo desbocado hasta el consultorio para su baño y vacunas. Lo quise como a un hijo al condenado y convivimos de maravilla muchos años hasta que el valeroso can murió asesinado por un mequetrefe a quien le deseo una vida plena y que en su porvenir sólo abunde la felicidad, pero esperando que la vida pudiera darme la oportunidad de tenerlo enfrente, aunque fuera por cinco minutos, para desahogar la pena como la barbarie lo dictamina, así como poderle decir de frente al mentecato que hizo morir a uno de los mejor amigos que he tenido en la vida, pero hacerle ver que le costó trabajo el matarlo: dieciséis horas de agonía hasta que finalmente el doctor lo puso a dormir por que no se moría ni con la sangre retacada de veneno.

Regresando a los perros cantores, estos comienzan a sacar de sus casillas a algunos de los vecinos, y aunque son un caso similar a la difunta mascota de mi prima, solamente que multiplicados por diez, no creo que sea una solución sana la que propuso uno de los conurbanos. Ante todo creo que debe de permanecer la tranquilidad en nuestras mentes para evitar acciones de las cuales pudiéramos arrepentirnos y mantenernos en todo momento del lado de la calma para la salvaguarda de lo decente.

A partir de una asamblea extraordinaria de la junta de vecinos—justo cuando llegó el camión de la basura y a mitad del camellón— empezaron a surgir quejas y sugerencias por parte de los adormilados miembros. Algunos de los problemas que requerían de solución eran: La poda de los árboles por que, en algunos casos, cubren las lámparas de los postes, y pues, la penumbra comienza a apoderarse de algunas zonas de la calle, el urgente desasolve de las coladeras; ya que los individuos que pasan pidiendo para el refresco con sus inmensas “cucharas” argumentando que limpiaron las cloacas parece ser que son sólo charlatanes, alguno que otro problema de servicios públicos, pero el caso del conjunto canino acaparó casi toda la reunión. Mientras se exponían los puntos de vista, así como las posibles soluciones coherentes para el inconveniente de los tenores pulguientos, el vecino conocido como el Unabomber salió con un remedio cargado de violencia y un aparente odio desmedido.

El apodo de este hombre—un poco satírico lo sé, pero fue bien recibido por la comunidad cuando lo saqué a la luz—creo que habla por sí solo. Este impulsivo vecino es un individuo lleno de misterio y bastante enigmático por su anómala manera de ser y actuar. El oscuro sujeto es una persona que rara vez da el saludo, o lo regresa, puedes pasar cien veces frente a él antes de ser reconocido como un miembro de la comunidad y puedes verlo pasar otras doscientas antes de que reconozca tu cortesía o educción. Tiene algunos años de vivir en la localidad y casi nadie sabe cómo se llama o quién es—caso raro por que la vida de todos nosotros es del dominio popular gracias a Doña Mitotes— y pueden pasar meses enteros sin ser visto por el rumbo, por que nunca ha gustado de la convivencia ni de la rutina. Aquel día en que nos dio su arrebatada propuesta, varios de los involucrados conocimos por primera vez su apelativo, así como el sonido de su voz, y pues, increíblemente la primera frase que varios escuchamos de su boca fue llena de rencor y sadismo.

La junta vecinal era acalorada pero los ánimos se encontraban dentro de lo cordial. Ya éramos casi todos los habitantes del lugar los que nos encontrábamos en esos momentos discerniendo entre botes de basura y pantuflas lo que tendríamos que hacer cuando el misterioso vecino hechizado por un impulso, que no fue recibido con albricias, interrumpió la plática con una propuesta que era tan fuerte como el tono de su voz. Cuando estábamos ante posibles soluciones al inconveniente, el Unabomber propuso, con una buena dosis de descaro, que la mejor salida era la de envenenara a la jauría escandalosa. Cuando todos pensábamos que era un desparrame de humor negro por parte del raro individuo, tuvo el inmensa descaro de proponer a una persona que trabajaba para él para cometer el crimen. Todos lo mirábamos fijamente, como cuando observas a un huracán que se encuentra frente a ti, sin saber realmente lo que es, pero intuyendo la fatalidad que se te aproxima. Incrédulos ante la propuesta, todos exigíamos al momento incómodo que emergiera de su boca otra frase, la que fuera, para entonces saber si realmente era cierto lo que escuchábamos. La siguiente expresión de su parte fue preguntar agresivamente si no lo habíamos entendido o escuchado bien, por lo que a nadie le quedo entonces la menor duda. No es que uno se espante con cualquier cosa pero tantos años de inventar injuriosas teorías acerca del Unabomber en el momento se percibían como realidad. Todos le hicimos saber al belicoso sujeto que su solución era un tanto precipitada y sádica, pero de todas formas el grupo entero le agradecimos el gesto. Sus respuestas ante nuestra posición fueron las de refunfuñar que hiciéramos lo que creyéramos conveniente y que no lo fuéramos a molestar si la situación no se resolvía, se retiró amenazante, como haciéndonos saber que no estaba jugando y se alejó con el bote de basura al hombro hacia su domicilio.

Jamás en la vida estaré de acuerdo con una propuesta como la que hizo el desalmado Unabomber y menos después de haber perdido a una mascota de esa horrorosa manera. En lo personal condeno severamente agresiones de esa naturaleza, por que por más que los galgos operistas vuelvan locos a todos, siempre será una locura el asesinarlos para remediar la situación. Prefiero mil veces soportar los ladridos que cargar sus muertes en la conciencia. No me gustaría saber que la rechoncha Doña Mitotes tenía diez perritos, y ya nomás le quedan las croquetas después del genocidio. No podemos exigir que los pongan a dormir por que no soy un insensato ni un insensible, pero habremos de encontrar una solución antes de que otro de los vecinos salga con una propuesta violenta.

Al día de hoy los canes siguen con la cantaleta diaria y Doña Mitotes sigue campechana con sus kilos de más y su desenfrenada desfachatez. El Unabomber no se ha visto por las calles en un buen rato y el frío es el único que, parece ser, apacigua los fastidiosos ladridos. Los vecinos siguen con su vida y sus problemas y la cuadra permanece igual de pintoresca que los días anteriores. Por mi parte, estoy redactando una severa carta a la Delegación de Coyoacán para ver de que manera nos pueden ayudar con el problema de la poda de árboles y con el desasolve de las coladeras, otra un tanto amable para la Sociedad Protectora de Animales con el propósito de rescatar a los desdichados cuadrúpedos de su claustro, y otra más al programa “Misterios Sin Resolver” por que, aunque ya atraparon a Theodore Kaczynski, creo poder brindarles información valiosas acerca del supuesto paradero de otro de los posibles individuos más buscados por las autoridades.

Alex VC

lunes, 1 de noviembre de 2010

Mi Calaverita ©











El camposanto se viste de fiesta entre las ruinas y el escombro,
la euforia cautiva al ambiente, se aviva el territorio.
Se cambia el llanto por risas, las tristezas por asombro,
Comienza el espectáculo, bienvenidos al velorio.

La tétrica Catrina aparece ante la muchedumbre,
Saludando a la audiencia y para su derecho ejercer
Y es que no hay nada que le guste más hacer,
Que serle fiel a su mortífera costumbre.

Entre aplausos y ovaciones la reciben en su día
Los diablos, los mortales, ánimas y espantos,
Todos expectantes a la Huesuda y su valía
Todos al unísono le ofrecen estos cantos:

“Doña Osamenta, aquí esta tu público que te venera,
Desde ultratumba llegamos con regalos
Todos los difuntos buenos y malos
Todos para alabar de la mejor manera”.

“Llegamos también los vivos,
Estamos para ti, Dama del Velo,
Estamos para ti siempre cautivos
Compartimos tu desvelo”.

La Copetuda recibe obsequios caros
Recibe regalos de oro y plata,
De los que aún no estiran la pata
de los que ya chuparon Faros.

Le entregan un altar atiborrado de color
Los vivos a la lúgubre Pelada
Con una ofrenda de homenaje y sabor
Los muertos engalanan la velada.

Canta el mariachi entre las tumbas y los huertos,
A coro lo acompañan las víctimas del mezcal
El río se viste a lo largo del caudal
Con velas y flores del “Día de Muertos”.

De emoción y embeleso se llena La Desencarnada
Al ver que los seguidores son tantos,
Se ve a La Copetona más que encaramada
Al sentir letales sus encantos.

Se alza y brinda con una copa engalanada,
Por todos los presentes y por el merito gusto,
Pues sabe que los va a matar del susto
Cuando se los lleve a todos La trompada.

Los asistentes responden con una turba de alharaca
A ese brindis que va de regreso e ida.
Los presentes pasarán a mejor vida
Al estar entretenidos se los Cargará la Flaca.

Duro tres días la fiesta para la ruin Afanadora
Fueron miles los rezos, incontables las Invocaciones,
Se prendieron varios cuetes y más de una veladora,
Fueron muchos los borrachos, no pararon las canciones.

Después de la pachanga el panteón quedo hecho trisas.
Se hacen los muertos para arreglar el despapaye,
no hubo quien le corriera al debraye
en México ¡hasta la muerte causa risas!


Alex VC

martes, 26 de octubre de 2010

The Cure… Desintegration? ©


(Guión para Radio)


Cuando los sonidos se apoderan de la mente, surge de entre las oscuridades esa pauta que obliga a los sentidos a rendirse. El escuchar se vuelve más plácido mientras la acción se transforma en alimento puro para la sensibilidad. La visión se torna espontánea para los ojos cerrados y las efigies resplandecen por sí solas ante la penumbra. El percibir se convierte en un extraño placer y el disfrutar se vuelve una necesidad imperiosa para la imaginación.

De entre las sombras emerge “The Cure” con una propuesta enigmática por predilección y deleitable por consecuencia. La banda ofrece uno de los mejores homenajes a la entropía y establece uno de los mejores modelos evolutivos dentro de la vida sonora. Invaden al público con una propuesta luctuosa en esencia, pero brillante en creatividad. Musicalizan magistralmente lo largos que suelen ser los otoños en la espera de la primavera…

Desintegration lleva como título la obra por excelencia de la agrupación. The Cure despide a la década de los 80´s con un disco destinado a mantenerse en la historia musical, no como una pleitesía a lo sombrío; sino como un preludio de la reinvención… Lo cadencioso se vuelve compasivo a lo lago de los minutos y lo taciturno se transforma en albor de entre los segundos. La tristeza se percibe imperativa, pero sólo en los momentos en que la opacidad distrae a la complacencia. Las resonancias cautivan al instinto y la melancolía ronda, casi acosa, al embeleso. Eso es este reconocido y extraordinario álbum: Un vaivén de emociones pálidamente acogidas por sonidos estremecedores.

The Cure ofrece un concierto en la terraza de lo recóndito, sobre un bosque blanqueado por la luna y en donde las estrellas iluminan exaltadas las sinfonías ominosas. La agrupación deja sobre el espacio, y para el tiempo, un sugestivo enigma dedicado a la comprensión; así como un sigiloso rastro de lo que es agradable para la concepción.

El placer es seducido por la nostalgia como ese deseo de vivir apasionadamente hasta lo desolado. Cada nota es aire y cada acorde es bocanada. Cada sonido es sueño y cada letra es himno. Cada inspiración fue suspiro y cada conclusión agrado. Los sobresaltos se tiñen azules y púrpuras y las atmósferas sobrellevan el momento denso con una delicada paciencia. Las asombrosas líneas del bajo inspiran a las guitarras a seguir por el nebuloso camino de la armonía y los sintetizadores se sienten de plácemes al darle paso a la gloria. La voz es llanto cuando el momento así lo requiere, y el canto es impetuoso cuando la emoción lo exige.

Si la vida quisiera cantarle a la añoranza escogería, sin pensarlo demasiado, Pictures of You. Si pudiera existir una palabra para nombrar cuando el placer sucumbe ante el desconsuelo, entonces, la última canción del disco no carecería de un título. Si pudiera existir una obertura adecuada para la perfección; sin lugar a dudas sería la de Fascination Street. Si se descubriera una frase para describir lo radiante dentro de lo opaco, seguramente saldría de Love Song y si se quisiera arrullar a lo macabro sería tocando Lullaby.

Se eleva el desvanecido telón del teatro de la música, se atenúan las luces para darle paso a uno de los mejores actos dentro de la función inconclusa del Rock &Roll. Es momento de empatar a la memoria con la actualidad, de convertirnos en cómplices de lo sublime, de festejar la trascendencia y honorar a lo elevado. Es tiempo de vestirse de negro para la ocasión, de oscurecer los párpados para presenciar lo magnífico, de pintar de carmesí los labios para tararear desenfrenadamente. Comienza la batalla entre la euforia y el desahogo. Comienzan setenta y dos minutos y veintisiete segundos de Psicodelia Oscurantista. Esto es emoción instrumental, esto es “The Cure” “Desintegration”…

Alex VC

martes, 12 de octubre de 2010

Circo Sin Goles (Opinión para Diario Récord) ©


Desde hace varios domingos los circos se ven más concurridos que nunca; y aunque es un esparcimiento por demás cotidiano en nuestro país, es irremediable notar la gran afluencia que tienen las entradas. El Circo es uno de esos espectáculo en donde el pequeño recrea su imaginación y en donde el grande deshecha su amargura. El niño sabe que ahí, la escuela es el último de los pensamientos y el adulto entiende que puede olvidarse, aunque sea por unos minutos, de esas preocupaciones que regala la cotidianeidad. Es en donde se paga un boleto para ver un espectáculo y en donde el que se encuentra dentro de la pista hace valer esos meritoriospesos gastados con unadmirable desempeño y a cambio de sólo sonrisas y aplausos. El Circo es esa añeja fiesta que nuca deja de ser animosa y esperada por la gente, y que difícilmente las diversiones novedosas lo podrán extinguir.
Alguna vez el Fútbol fue un caso similar. El verlo o presenciarlo era uno de esos momentos en que la familia se podía reunir a disfrutar de la entrega y del entretenimiento. Era uno de esos extraños placeres en donde no se requería de gastar millonadas y no se necesitaba esperar años para volver a disfrutarlo. Era ese preciado momento en que podías divertirte sanamente y en donde sabías al llegar a tu casa que el dolor en la garganta y el abatimiento de la cartera habían valido la pena debido al gran momento de gozo. Inclusive algunas veces no importaba tanto el marcador, había ocasiones en que te quedabas con una sensación de regodeo al ver empatar a tu equipo. Recuerdo con nostalgia que era cotidiano ver ganar a tu equipo—en mi caso el extinto América—, y también me llega a la mente cómo entristecía verlos perder, pero cómo reconfortaba darse cuenta de que el honor había quedado intacto, aparte de saber a la perfección que siempre estaba el próximo partido para presenciar una venganza deportiva digna. Hace mucho tiempo—yo todavía lo recuerdo claramente—no necesitabas ir al circo para ver un espectáculo, sólo hacía falta prender la televisión o asistir al estadio.
Si el reunirse en una casa para disfrutar del partido por televisión era motivo de alegrías animosas y tristezas razonables, el ir al estadio era como elevar exponencialmente esas sensaciones, ya que no existía nada parecido a vivir esa pasión en vivo y a todo color. El sentir los acordes del estadio y vibrar con el coro de las porras era incomparable porque te sentías parte de un espectáculo que,cada semana y por más de noventa minutos, sobrepasaba las emociones y los problemas.
Hoy en día la gente prefiere ver al peor de los domadores llevar al cabo su temeroso acto que soportar un partido sin goles ni pasión. Hoy en día la gente prefiere aburrirse con el más fastidioso de los Maestros de Ceremonias que escuchar como Manuel Lapuente o Javier Aguirre insultan su inteligencia. Hoy en día se escucha más el eco de los gritos de desesperacióndentro de los estadios que el mismo bullicio y cánticos que alguna vez fueron habituales. Hoy los directivos se preocupan más por los promotores que por los aficionados y les interesa más las arcas que los resultados. Hoy estos directivos son más voraces y despreocupados que nunca. Hoy no se ven caballeros en la Federación, sólo oscuros pactos. Hoy en día hay “barras” pagadas dentro del Fútbol y hoy la afición castiga más que nunca a los estadios con su ausencia. Hoy los jugadores excretan la misma cantidad de sudor que antes, y sólo porque la reacción fisiológica es la misma que la de antaño, pero ya no portan los uniformes, o los desgarran como los hacían sus antecesores. Hoy en día los Clubes grandes tienen equipos chicos y los equipos modestos no tienen que esforzarse demasiado por alcanzar la gloria; ya que en la cima la exigencia es paupérrima. Hoy en día cualquiera puede ser campeón y cualquiera puede descender. Hoy la mediocridad es el cáncer del Fútbol y la ambición es la pandemia del deporte. Hoy los estadios están vacíos y la gente se ve inconforme hasta cuando gana su equipo. Hoy el “ganar” es cómo sea y no el objetivo primordial. Hoy la manera de jugar es ordinaria y lo sorprendente es exclusivo para los manejos absurdos.
La afición queremos más goles, más entrega, más partidos entretenidos y muchos más títulos Nacionales e Internacionales. La afición queremos menos promotores, menos extranjeros dentro de las plantillas y menos desilusiones. La afición simplemente exigimos lo que es justo: Un mejor Fútbol.
Alex VC

lunes, 20 de septiembre de 2010

¡Viva México! ©



De la Sierra Morena al Istmo de Tehuantepec se escucha al unísono un bello cántico dedicado a dos millones de kilómetros cuadrados de selvas, manglares, valles, ciudades, lagos y mares; todos estos engalanados con un hermoso pueblo.
Del mar de Cortés al Golfo de México revolotea una parvada de golondrinas como haciendo una plegaria a esta patria colmada de sangre caliente y almas valerosas. Del gran Desierto de Gila hasta la Riviera Maya se percibe un deseo de invocar a quienes engrandecen al país; y por quienes se celebran éxitos y luchas. Sobre el Cerro de La Silla y por el del Tepeyac se asoma majestuoso el sol para hacer respetuosamente un saludo a nuestro lábaro patrio. En cada rincón de México se recupera la memoria y se festeja a un país que ha sufrido de adversidades, pero que cada día gana más adeptos. Es tiempo de honrar, es día de celebrar y es momento de reflexionar.

Hermosa se ve la Diosa Niké, surgida del Olimpo y símbolo de la victoria. Es testigo silencioso del tiempo y se mantiene orgullosamente erguida sobre las alturas de la Ciudad de México para glorificar al Ejército Insurgente y su triunfo sobre las tropas españolas. De la Acrópolis a la gran Tenochtitlán emerge más resplandeciente que nunca nuestro Ángel de la Independencia como una visión de esperanza para toda una nación.
Se cumplen doscientos años de festejar la libertad; pero se conmemora un año más de lucha por un México al alcance de sus ciudadanos.

Las avenidas concurridas, los caminos verdes y las veredas tropicales, perecen dirigirse hacia un mismo destino: Un México mejor. Los grandes edificios, los Gigantes de Tula, los majestuosos palacios y las imponentes pirámides se visten de gala y con luces de color para inmortalizar el deseo de igualdad. Las palomas, al revolotear, parecen reverenciar a la tierra y el cielo se pinta de tricolor para venerar a todo un pueblo que sobrelleva históricamente la opresión, pero que resurge cada vez con la esperanza. Los juegos de luces iluminan al país como esa grata exaltación que sobrepasa la voluntad.

Es día de festejar y conmemorar a todos aquellos héroes que han luchado por México. Hoy es momento de enorgullecer a todos esos mexicanos valientes que vivieron y murieron por el país. Los cañones deben de rugir para alabar a los compatriotas que se han ido cuando el país despierta siendo víctima de las constantes pruebas de la Naturaleza, así como a los compatriotas que desafortunadamente los alcanzó el desfortunio o la violencia. Afortunadamente este México nunca se raja y demuestra su valía cada vez que sale triunfante ante la adversidad.

Hoy huele a copal y a tierra mojada más que nunca. Se respira el olor a piloncillo y a pólvora perfumada de flores silvestres. Las aguas del Papaloapan y del Bravo, saben a Mezcal y su torrente se percibe osado para que nada interrumpa ese mensaje de esperanza que llevan al océano. Se une al festejo patrio el viento ayudando a las miles de gargantas a dar la más grande de las serenatas. Los que están más allá de las fronteras alcanzan a escuchar, de entre las barreras del idioma las matracas y las trompetas. La bandera se observa a toda asta y los cenzontles se ven volando sobre Montealván, Chichén y Tlatelolco.

En todos los estados se brinda con aguardiente, con pulque o con champaña, mientras se disfruta del Vals Sobre Las Olas o El Son de la Negra. Las Delegaciones y Municipios a lo largo de la República se convierten en Dolores Hidalgo cuando se da “El Grito”. Los paisanos alrededor del mundo hacen de las embajadas, los consulados, y plazas de otros países un “Zócalo” donde pueden festejar a México en la distancia.
El Mariachi canta desde Cocula hasta la Selva Lacandona las melodías que les pide la gente. El giro y el colorado pelean a muerte para darle vida a las fiestas que hacen del País un grito de celebración para todo el mundo y el “Caballero Águila” ofrece su vida y su danza al México de sus recuerdos.

Hoy se conmemora el Grito de Dolores, Los Cantos de Jalisco, las voces de Oaxaca, así como los murmullos de Comala. Se escuchan las guitarras de Paracho y se huelen las cajitas de Olinalá. Se cantan las canciones de José Alfredo y se leen los poemas de Netzahualcóyotl. Se festeja con “castillos” y “toritos” el camino al progreso. Se grita con trompetas y guitarrones el deseo de trascendencia. Se intenta escribir con tinta indeleble un nuevo capítulo en la historia de México: Justicia e Igualdad.
Son doscientos años de un México libre de la Colonización; pero son siglos de cultura y tradiciones inolvidables.

Hoy no hay marchas; hay desfiles. Hoy no hay reclamos; hoy se canta el “Cielito Lindo”. Hoy no hay truhanes ni pistolas: sólo alebrijes y baleros. Hoy no hubo balas, sólo “cuetes” tronadores. Hoy no hay llanto; sino algarabía. Hoy hay paz de San Cristóbal de las Casas a Ciudad Juárez. Hoy no se derrama la sangre, sólo el tequila.
Las calles se llenan de jubilo por que de todos lados aparecen los “danzantes”, los mimos y los Tríos. Se llenan las plazas de niños con sonrisas acompañadas de bigotes postizos, así como chulas “Adelitas” y coquetas “Chinas Poblanas”. Está el “Rey Feo” en la cárcel de la feria y la “Flor Más Bella del Ejido” baila al ritmo de la Tambora. La gente camina alrededor de los Kioscos aprovechando que hay pretexto perfecto para vestirse de charro. Los buñuelos están por doquier, los pambazos y las tlayudas están a la orden y el ponche y café con piquete están bien vistos. Las trajineras está repletas y no cabe nadie más en las cantinas. Se ven nopales en las esquinas y pencas de Maguey en los parques. Se baila el “Jarabe Tapatío” y la “Danza del Venado”. La sed se calma con el agua de horchata y el tepache y el paladar exige la “Cochinita”, Los “Chiles en Nogada” y el “Pozole” verde, blanco y rojo… La gurrumina te adelanta el porvenir y en Catemaco las limpias son socorridas. El chango y el coyote juegan con un trompo mientras que el ocelote y el jaguar resguardan un monte en done se alcanza ver a lo lejos un águila devorando una serpiente. En el cielo se forma el Calendario Azteca con las estrellas y las nubes emulan a nuestros muralistas. Los sentimientos por la Nación repican en el alma como queriendo salir y ser escuchados por todos y el corazón parece que quiere cantar una copla. Hoy Quetzalcóatl recita una “Bomba” y hasta la “Llorona” grita ¡Viva México!

Por todos lados se recuerda que se cumplen doscientos años de la Independencia y Cien de la Revolución. El tema de la Plaza de La Constitución es el “El Bicentenario”, pero el motivo de la reunión es festejar a México. Para la multitud el protocolo es lo de menos, lo importante es celebrar. La gente entiende que nunca se debe de ser rehén de la historia; sino aprendiz de la misma. Los mexicanos hoy quieren ser, más que nunca, parte de esa historia, para encaminarla al bienestar.

¡Viva los héroes que nos dieron patria!, ¡Viva el pueblo que mantiene vivo al País! ¡Viva la raza valiente! ¡Viva las tradiciones y el folklore! ¡Viva la cultura! ¡Viva la familia! ¡Viva Hidalgo! ¡Viva Allende!, ¡Viva Juárez! ¡Viva Rulfo! ¡Viva Tamayo! ¡Viva Fuentes! ¡Viva Lara! ¡Viva Sabines! ¡Viva Negrete! ¡Vivan los hombres y mujeres que quieren al País! ¡Viva Doña Sultana y Don Perengano! ¡Viva los mexicanos! Y ¡Qué viva México!...

Alex VC

martes, 7 de septiembre de 2010

Oda A La Resaca ©


Tan esplendoroso y audaz surges cada mañana,

siempre fastuoso y épico como sólo tú lo logras.

¡Oh! Astro Rey ¿Cuánto te debo, y porqué así me lo cobras?

Si de tu luz no requiero ni las sobras,

Y menos después de la jarana.


La parranda y despilfarro culminaron en atraco,

de ahí que mi moral se hunda en una balsa.

Espero esta vez cumplir la promesa falsa,

de no amistar o departir con Baco.


La jaqueca desentona con sonidos estridentes,

la sinfonía de la mañana parece desafinar.

Surge el odio por los pájaros y su cantar,

la neuralgia hace paganos a creyentes.


Mujer repentina que careciste de nombre,

fuiste vapor de agua rumorosa.

En mi despertar resultaste maliciosa,

supiste seducir y desvalijar al hombre.


En la cama hay vestigios de arrumaco,

pero sólo queda un contendiente.

En el aire hay humo de tabaco,

en la sangre hay aguardiente.


Despabilo solitario y con inauditas visiones.

Con añoranza de pócimas y raudo bienestar,

bienaventuranza que no veo llegar,

por ser marioneta de las pasiones.


Casi de pie y con la conciencia deteriorada,

tomo el día, según la angustia hace entender.

Espero —con ansia— llegue el anochecer,

minutos después de la alborada.


El error es de la persona y no del momento,

al no saber interrumpir la fiesta.

No queda tiempo para la siesta,

sólo apuro y arrepentimiento.


Compañeros y camaradas juerguistas,

quizá sufrirán con la misma pena.

¿Me pregunto si compartiremos la condena?

¿Acaso sus enmiendas están listas?


La razón exige las actividades;

aunque la modorra opone resistencia .

El remordimiento brota con insistencia,

ante las más absurdas necedades.


El tiempo parece parsimonioso;

y eso que han pasado varias horas

de ese despertar tan laborioso,

que no sabes si ríes o lloras.


Tu esplendor se ha vuelto un cataclismo,

para mi pecado y desmadejamiento.

¡Oh! Imponente sol, sosiégate un momento,

que mi penitencia será verte contento,

¡Necesito un exorcismo!


Alex VC