jueves, 12 de agosto de 2010

Cuando Los Escarabajos Dejaron De Serlo ©




Desde principios de este año, el mundo artístico se percibe algo melancólico y sin esa incesante avidez de recreo. La creatividad se ve empañada por una tenue capa de pesadumbre, y, como nunca antes, se siente distante de los gratos elementos que la han acompañado a lo largo de ese maravilloso proceso de crear. Nunca ha sido algo fuera de lo común que el entretenimiento se vea interrumpido por eventos cargados de política, censura absurda, etapas de oscurantismo —han llegado a ser extensas— o desgracias inmensurables; pero en esta ocasión, la nostalgia predomina ante los demás sucesos como ese malestar que fastidia por el vacío que trae consigo, pero que al mismo tiempo, la sensibilidad y la añoranza no permiten deshacerlo ni descifrarlo.
La música añora con mayor fuerza lo que alguna vez la hiciera sentir nueva y propositiva; con esa voz generacional que atravesó todo tipo de obstáculos y fronteras, eso que los tradicionalistas calificaban como protervo e inmoral, pero que la juventud y la razón siempre distinguieron como algo natural y excelso. Las notas musicales desentonan por una razón que va más allá de lo acostumbrado, y conforme han pasado los meses, su deseo por el recuerdo suele situarse, de manera más arraigada que nunca, en su sentir. A lo mejor la armonía está fuera de sí por algo que la perturba o entristece. ¿O será tal vez esa misma nostalgia la que dificulta al oído el escuchar con mayor claridad las tonadas y cánticos, o la que impide a la mente entender con más facilidad lo que sucede en el concierto diario? Pero esa dificultad en el percibir es entendible cuando algo hace falta, o viene haciendo falta. La música extraña algo que siempre será parte de la misma, y tal vez, por esa razón la incesante avidez de recreo esta siendo inconscientemente arrinconada. Hasta la melodía más alegre tiene derecho de entristecerse, y más aun, con razones tan válidas.
1970 se escucha muy remoto; inclusive hasta desconocido para muchos, pero destacado para otros tantos. Esa misma fecha puede decir: Una vida entera, un inicio o un final. Ese tiempo puede tener millones de significados, cada uno valioso por la tradición, por el recuerdo o por la añoranza; pero lejos de ser sólo un instante en la Historia del Mundo, es un momento crucial en la Historia de la Música.
Este año se cumplen cuarenta de que la agrupación musical más importante y afamada dio fin a una historia repleta de éxitos, anhelos, tropiezos y talento. 2010 significa que hace cuarenta años de que Los Beatles cerraron uno de los capítulos más importantes y trascendentales en la biografía autorizada del Rock & Roll. Este año significa que la música hizo una pausa en su largo y más que sinuoso camino para permitir al Cuarteto de Liverpool dejar de ser un ente de cuatro fabulosos, para convertirse en un mito de millones. Fue la fecha misma en que la vida cumplió con su promesa de convertir a aquellos jóvenes de carne y hueso y cabelleras extrañas en leyendas de talento excesivo y sueños dorados. Fue la triste fecha en que Los Escarabajos dejaron de serlo y se convirtió en un inconveniente para nuestra actualidad, siendo que en aquel añejo entonces, todavía existía la esperanza del regreso. Hoy nos damos cuenta, y la lógica constantemente nos lo recuerda, que es más que imposible ese hecho, pero la atemporalidad del grupo nos demuestra que será tarea de las nuevas generaciones tratar de entenderlo. La finalización de su época como conjunto no terminó con la adulación desenfrenada pero sí con ese, absurdo pero exquisito, sentido de pertenencia; pero quien ha dicho que alguien no puede sentir como suyo algo que es de la posteridad. Difícil de entender y difícil de explicar: Los Beatles son algo que alguna vez se perdió, pero que extrañamente se tiene para siempre.
Se terminó el anhelo de una siguiente obra del cuarteto y esa sensación, que cuentan los que la vivieron, de impaciencia embriagante por escuchar lo que venía de nuevo en la discografía; pero se mantiene intacta esa sensación de feliz exaltación cuando reconoces aquella melodía que escuchas a lo lejos. Afortunadamente queda esa gran obra que no deja de causar admiración y ese estupendo fervor beatlemaniático por no deja de disfrutarla.
1970 fue la última oportunidad que tuvieron aquellos afortunados de comprar ese último y añorado disco. Fue cuando esos cuatro personajes con esencias distintas lograron una misma intención y se convirtieron en un grupo de antología y de admiración más allá de lo generacional y del tiempo.
Hoy Los Beatles no existen, pero están en todos lados. Hace cuatro décadas que cesó su existencia pero comenzó su inmortalidad. El Déjalo Ser se convirtió en algo más significativo y simple que su posible trasfondo filosófico. A partir de entonces, nunca más estuvieron todos juntos para efectuar ese maravilloso proceso de crear; pero ahora en la desunión, y tal vez sin saberlo, siguen incentivando momentos inolvidables en la música que posiblemente nunca escucharán y en la vida de personas que, seguramente, nunca conocerán.

Alex VC

3 comentarios:

  1. Hasta que le dedicas uno al Cuarteto. te quedó de poca madre. Paco Noria

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  2. Mil y una vez lo voy a leer. Así como tu soy Beatle Maniaca y fan de tus columnas. Síguele así por que cada día nos encanta mas el Callejón. Besito LU

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  3. Pofundo hermano, profundo. Agustín

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